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La gran demanda del conocimiento y su difusión están conduciendo a la búsqueda de formas innovadoras de enseñanza que propicien tanto una educación continua como a su democratización, a la vez que mantengan una eficiente calidad educativa y propicien el autoaprendizaje reduciendo los costos de operación. En ese sentido, la educación a distancia representa una atractiva alternativa para enfrentar este reto educativo del siglo XXI.

Según Miller (1990), muchos de los problemas educativos surgen hoy por la incapacidad de los sistemas educativos de adaptarse a las necesidades y a la falta de espacios en las instituciones públicas que cubran la demanda estudiantil. En ese sentido, asegura Miller, la educación a distancia puede solucionar esos problemas, entre los que se cuentan también los costos y de acceso a los recursos. Además, cada vez hay más adultos que gozan de movilidad laboral, que no desean, por varias razones, dedicar tiempo completo a sus estudios, a pesar de que la educación es ahora considerada como un derecho que debe prolongarse toda la vida.

Holmberg (1977) señala que es un imperativo satisfacer la creciente demanda y los anhelos de los diversos grupos, que contribuyen a una extensión de la cultura para crecer educativa y socialmente, por esa razón, la educación a distancia, según Hernández (2003), requiere de una mentalidad pedagógica y humana, donde la planeación didáctica lleva inmersos principios que comprenden y respetan las diferencias y ritmos de aprendizaje; el contexto incluye el hacer y el indagar, es decir, la actividad y la participación como partes fundamentales para experimentar; lo que implica la conducción del estudiante hacia su realización social. En este ámbito que no es nuevo puesto que nace con la Escuela Nueva -pero que ha sido, en general, descuidado por los docentes de la educación frente a grupo, que no han entendido la enseñanza centrada en el estudiante-, la educación a distancia representa para el docente un medio de congraciarse no sólo con el estudiante, sino consigo mismo, dado que su real papel no es sólo proveer de simple información estimada pertinente, sino alcanzar la formación integral del estudiante para su realización social. En la educación a distancia existe la posibilidad de proporcionar el ambiente adecuado para que el estudiante pueda identificar lo que está dispuesto a aprender, con base en un conjunto de recursos que lo induzcan a una autonomía verdadera. Hernández (2003) denomina a esto, el paso del heterodidactismo al autodidactismo pleno, aunque se puede objetar que la presencia de los asesores académicos y tutores son de suma importancia.

Por ello, resulta imprescindible la determinación de las funciones que tiene que desempeñar cada uno de los actores en la educación a distancia. Por tanto, a lo largo de este programa, se hablará de un docente que fungirá como asesor, quien facilita los contenidos de cada unidad académica, evalúa y supervisa los avances, retroalimenta y funge como guía a lo largo del proceso académico del estudiante participante.

Se deben puntualizar las características y funciones del tutor, quien es un acompañante del estudiante en todo su proceso formativo con el Programa de Tutorías en la educación superior, según el concepto de tutoría establecido por el Programa Institucional de Tutorías de la ANUIES, el cual es aplicable tanto a la modalidad presencial como a la modalidad virtual.

Las funciones del tutor lo convierten decididamente en tutor o consejero-amigo. De modo que las funciones del tutor en la modalidad virtual son muy importantes y deben realizarse con el debido cuidado para que cumpla de manera adecuada con el papel de tutor que le exige la educación en modalidad virtual.

De esta manera, concluimos que los elementos componentes de la educación a distancia son:

  1. Estudiante
  2. Asesor
  3. Tutor
  4. Medios de comunicación
  5. Institución y organización

Con esta propuesta de formación se espera poder participar de manera responsable y eficiente en la misión de la Universidad Autónoma de Chiapas en lo que se refiere a las acciones de construcción y reproducción del conocimiento, del saber, saber hacer y saber ser, del desarrollo cultural para contribuir a la realización y al cambio en la sociedad